Hacía tiempo que no leía algo de novela histórica, y casi por casualidad, me topé con la primera parte de la trilogía Las Crónicas del Señor de la guerra, del escritor inglés Bernard Cornwell. Cual había de ser mi sorpresa, ya que, sin apenas percibirlo, quedé atrapado en las páginas de esta novela. Y es que, la narrativa de Cornwell es ágil, precisa, y muestra como nadie y sin ambages, el horror de las cruentas batallas acaecidas en la Britania del siglo V en sus luchas intestinas y contra el invasor sajón.
En El Rey
del invierno, se inicia el camino del archiconocido Arturo en pos de lograr
la unificación de Britania para expulsar a los sajones, que van ganando
territorio. La narración y la acción van a cargo de Derfel Cadarn, el principal
protagonista de la historia, de origen sajón y protegido por Merlín, reconvertido
en britano y seguidor de Arturo. En esta novela de ficción histórica, los mitos
artúricos están tratados de forma magistral, y para nada, convencional. Lejos
del romanticismo cavalleresco, Cornwell nos relata su propia visión, mucho más
humana y realista, con lo bueno y con lo malo, y a veces, con lo muy malo, de
los personajes de los mitos artúricos, como el propio Arturo, Ginebra, Merlín,
Morgana o Lancelot, entre otros.
El tiempo
histórico en el que se enmarca la narración, es apasionante y convulso. Los
romanos hace tiempo que marcharon de Britania, y ahora se encuentra dividida en
multitud de pequeños reinos, con las luchas entre vecinos, y asediada por los
sajones en el este, mientras que los irlandeses causan problemas en el oeste.
Por si fuera poco, el cristianismo va permeando en esas tierras, y el conflicto
entre obispos y druidas no tarda en producirse. El autor nos mostrará, negro
sobre blanco, el hacer de los druidas, sus hechizos y maldiciones de forma
realista, en el cual la persona lectora podrá entrever que tal vez, la magia
surtía efecto en función de las creencias del momento, algo que muy bien
aprovechaban los druidas. Por su parte, el cristianismo entró arrasando con los
templos que atrás dejaron celtas y romanos, enmascarando la codicia y la
avaricia, mediante la Fe.
Otra parte
interesante de esta novela (y de las dos que le siguen), es la recreación de
las batallas, con sus diferentes formaciones y estrategias. Y es que Bernard
Cornwell tiene la maestría de hacerte sentir dentro de una cota de malla,
sufriendo la embestida de los lanceros mientras resistes dentro de un muro de
escudos, empapado de sangre y barro. Descrito con realismo, de nuevo se aleja
del romanticismo de los Caballeros de la Mesa Redonda, para mostrarnos el
horror de las matanzas y la brutalidad de esa época.
Publicada en
1995, bajo el título original “The Winter King”, a “El Rey del invierno
“, le seguirá “El enemigo de Dios” (1996) y concluirá la trilogía con “Excalibur”
(1997).